El Dr. Daniel Gilbert explica un sesgo que casi todos tenemos: la tendencia a pensar que la persona que somos hoy es la persona que seremos siempre.
Detrás del tan habitual"yo soy así", decretamos indirectamente que somos inmutables; y muy frecuentemente le otorgamos esta inmutabilidad a los otros: al equipo, a nuestra pareja, jefe, al país, a la sociedad... Y más. Y esto aplica también a nuestra figura como líder.
Si miramos para atrás, seguro reconozcamos que hemos cambiado con el correr de los años, que hemos aprendido y que nos hemos ido transformando.
En coaching decimos que los seres humanos somos los seres que vamos siendo, y esta frase justamente habla de la continuidad del cambio. Sin embargo, a veces nos cuesta ver ese potencial de cambiar.
El cambio es continuo e inevitable, y lo podemos conducir. Podemos guiarlo, provocarlo y, sobre todo, tener disciplina para mantenerlo en el tiempo: que no sea un entusiasmo pasajero. Te aseguro que es la mayor inversión que podés hacer para tu bienestar, tus logros y el impacto en las personas con las que te relacionás.
Si querés hacer un cambio positivo en tu figura de líder, te propongo una guía para empezar la conducción de tu cambio hacia un liderazgo superior:
Paso 1. Pensá cómo era tu liderazgo hace unos años. En qué temas hacías foco, cómo te dirigías hacia tus colaboradores y colegas, qué fue cambiando en tu manera de pensar, qué experiencias tuviste que te ayudaron a aprender... Esta reflexión te va a permitir visualizar tu avance y, también, reconocer la posibilidad de transformación. Te dará evidencia de la posibilidad de seguir cambiando.
Paso 2. Pensá en el líder que te gustaría ser. Dejá volar tu imaginación: no te limites por lo conocido, por lo que creés que sos y lo que podés: andá más allá. Identificá atributos o competencias concretas que quisieras tener más desarrolladas. Buscá modelos de comportamientos en otras personas. No necesariamente digo que te quieras parecer a esa persona, ni que te guste todo de esa persona, sino algún atributo específico que te inspire o valores.
Por ejemplo, si querés ser más empático, fijate cómo se comporta una persona que tiene esa habilidad, qué hace cuando habla, cuáles son sus gestos y corporalidad, qué tono usa, en qué contextos aflora su empatía...
Paso 3. Bajá a la acción: empezá un camino de construcción de ese líder que te gustaría ser. Empezá por definir una acción que te desafíe (un comportamiento concreto) y que, al realizarla, te vaya demostrando que estás avanzando hacia una nueva versión de tu liderazgo.
Si tu objetivo de cambio, por ejemplo, es ser más empático, y para ello determinás que vas a cambiar tu forma de escuchar a las personas, preguntando sobre lo que te dicen, sin juzgarlas, practicalo en la semana, cada día, de manera consciente.
Al finalizar la semana reflexioná sobre lo que aprendiste y medí tu progreso. Especialmente fíjate en el efecto que lograste en las personas con las que aplicaste esa conducta: el micro impacto diario que vas teniendo.
Paso 4. Junto al paso anterior, asumí el compromiso de cambio públicamente. Deciles a las personas de mayor confianza el camino que has emprendido y que te ayuden dándote feedback.
¡El mejor de los augurios para ti en tu nueva versión como líder!
Margarita
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